miércoles, 15 de diciembre de 2010

Derrumbe en Bello, Antioquia

La montaña rugió
y en segundos
sepultó para siempre
la alegre y sonora risa de los niños
que jugaban en medio del hambre y la tristeza.

Envolvió con alas negras de chulo hambriento
las casas de roidos techos
los tugurios de seres sin hogar
que se aventuraron a perforar las laderas
para engendrar madrigueras de olvido
y asi sobrevivir a el dolor del hedor de la jungla de cemento
el frío de una ciudad que agobia y corrompe.

La historia dirá que el cielo
pobló el ambiente con un grisáceo sabor a muerte
y la esperanza de encontrar vida entre el lodo
se fue mezclando con el olor de los cadáveres.
Y la lluvia como llanto arrojado desde las nubes
empapaba con su húmeda caricia
un alud de pesadumbres
que sepultó la vida.

¿Porqué el desamparado
edifica su hogar junto a las laderas de la muerte?

Rausán Arenas.

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