“El amor es hambre de vida y anhelo de muerte”
Octavio Paz
Al fondo de una solitaria calle
una pareja de jóvenes
besando, acariciando, eclipsando el estruendo del mundo
en un fluir de abrazos inagotables.
En el ávido instante del placer desbordado
renace el abismo de la ilusión perdida.
los pasos inciertos del joven ansioso
las promesas de amor desgastadas por el tiempo y el abandono.
El celeste altar y los cantos rituales
lugar sacro donde juraría amar mas allá de la palabra de la muerte
de la realidad de la escasez del pan
el oxido irremediable y la fatiga del tiempo.
El vientre abultado en el deseo perpetuo del nacimiento
los calidos pechos que amamantarían sus hijos
el tórrido hogar que seria su refugio y su castillo.
Hoy de todos esos anhelos palpitantes
queda solo la leve luz de una mirada incierta
algún verso con el aroma de las mujeres que se fueron
trazos de instantes que olvido no ha logrado clausurar.
raíces podridas de un árbol ya cortado.
Rausan Arenas.
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