martes, 14 de septiembre de 2010

Estefanía Almonacid Velosa



Joven escritora de 19 años quien nos acompaña todos los Sabados en el Taller de Literatura de la Biblioteca. Le encanta leer, estudia Periodismo y hoy nos obsequia parte de su transpirar poético con este trabajo que recitó en la Feria del Libro.

AL OTRO LADO DE LA PASIÓN

Movimiento que destruye.

Mujer con decepción ambulando en las barriadas
con llanto, con tierra, con olores confundidos,
sanando heridas.


Una leve brisa moja sus manos,
su boca roja,
su cabello entre el viento,

su cuerpecito adolorido.

Pide dormir en la hierva húmeda,
cierra sus ojos
y contamina su memoria.
La mano infantil la despierta, la abraza,
aquella criatura
desea meterse en el vientre
donde estuvo por nueve meses.


Movimiento que sobrevive.

Ahora es joven,
su niñez está olvidada, golpea sin reprimenda.

en sus bolsillos se encuentran las protagonistas de horrores;
el café regado, mesa volteada,
espejo roto, sabanas mojadas, ensangrentadas,

no de su viril impotencia, es de su victima nocturna.

Ahora tiembla,
fuma de la misma forma que besabá a su amante,

lagrimas que recorren su rostro trasformado, aruñado.
Miedo, lo siente, siente la verguenza de sus manos hinchadas.
Desea regresar a su hogar para no sentirse culpable de sus hechos.

Movimiento que olvida.

El sudor corre por sus rostros,
descienden por un camino desconocido,
sin mirar una llegada.

Miran el cielo al escuchar esa voz fuerte,
que obliga amar a sus fusiles más que sus convicciones.


Su refugio ya no amanece deseando patria.
Monotonía sin salida, perversiones que confunden al pueblo.
Hombres y mujeres se deslizan en montes con banderas de miseria,
vagabunda es su excursión
y se burla de la revolución más pura.


La resistencia acaricia la piel del campesino,
huele la riqueza del indígena,

cierra los ojos del afro discriminado.

Movimiento que deforma.

Manos vanidosas tapan un territorio exótico,
no están solos,
los protegen hombrecillos populares
entrenados en sacar corazones aun latentes.


La plaza pública es ruidosa,
el discurso se detiene cuando un hombre sucio,maloliente,

cae ensangrentado en el centro de ella.
La muchedumbre calla, huele a plomo.

De inmediato, cae confeti tricolor,
se recueda el nacionalismo, todo se olvida,

entre tanto el cuerpo del gobierno pasa saliva.

Movimiento ilusorio.

Silencio, lo único que tiene mis palabras violentas.
Pisotearon la dignidad, escondí la mirada,
sacrifiqué los sentimientos,comprendí mi pasado.


Si tan solo apreciará el tono de mis ideologías,
pensar diferente no sería un crimen, sería respeto.

Plasmo mi pluma, pienso en gente integral,
en políticos cosmopolitas ,en jóvenes libres,
en niños riendo,
en academias reales.
Todo esto pienso al recordar a mi patria violentada.

Estefanía Almonacid Velosa.

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